Una de las características de la hepatitis en todos sus tipos es que genera fibra colágena en exceso, lo que provoca que el hígado se vaya poniendo duro. Por esa razón, una de las primeras claves para su detección es examinar el tejido, descubrir si está rígido y en qué fase de la fibrosis se encuentra.
Una de las opciones diagnósticas más comunes es la biopsia de hígado, que resulta molesta e invasiva para el paciente. Ahora también se utiliza la elastografía hepática, la nueva técnica que consiste en un escaneo a través de ondas y que se realiza con un aparato llamado Fibroscan.
Los pros y los contras
El aparato Fibroscan tiene la ventaja de que puede seguir siendo una opción para el seguimiento de la enfermedad, pues es posible utilizarlo cuantas veces sea necesario.
Sin embargo, tiene dos limitaciones principales. Según el Servicio de Hepatología del Instituto de Enfermedades Digestivas y Metabólicas del Hospital Clínic de Barcelona, la elastografía presenta errores en los resultados de personas con obesidad, así como en las que padecen de ascitis, es decir, líquido libre intraabdominal.
Al respecto, el doctor Vives detalla que en el caso de las personas obesas “el exceso del grosor del tejido celular subcutáneo provoca también la amortiguación de la onda mecánica e impide asimismo la medición de la elasticidad hepática, este problema se subsana con la utilización de sondas XL de mayor potencia en la impulsión”
En el caso de los pacientes que presentan ascitis, la solución está en drenarlas antes de que se realicen la prueba con el Fibroscan, en caso de que no se pueda, es imposible hacer el estudio.
“Existe liquido interpuesto alrededor del hígado que amortigua dicha onda de choque y por lo tanto no podemos medir la transmisión de esta onda a través del hígado “, señala el experto para EFESALUD.COM