Calvos insignes como Aristóteles y Julio César se aplicaban excremento de paloma, o ratones caseros quemados en su desesperado intento de repoblar sus cabezas. Hoy, lejos de recurrir a repulsivos remedios caseros Iker Casillas, José Bono o Hilario Pino han dejado atrás su calvicie sometiéndose a un injerto de pelo. Y es que las cabezas de muñeca, que tan mala fama dieron a los antiguos implantes, forman parte de la historia. Las técnicas actuales son una obra de ingeniería capilar. El microtrasplante folicular (o de «la tira», como se conoce coloquialmente) y la técnica FUE, no siembran pelo a pelo como antaño sino en pequeños grupos de uno a cuatro pelos, que es como crecen de forma natural en el cuero cabelludo. Estas unidades foliculares (así se llaman) se extraen enteras para que una vez implantados sigan viviendo en su habitat natural. Con esto se logra que «florezca» prácticamente el 100% del pelo trasplantado. Y sobre todo, se consigue mucha más naturalidad en el resultado.
Lo más adecuado
¿FUE o tira? Con la primera se rasura la zona donante (la zona de la nuca que genéticamente tiene pelo no predispuesto a perderse) se extraen, una a una, las unidades foliculares del cuero cabelludo, con un sacabocados milimétrico, que no deja cicatriz. «Es la más recomendable para aquellos que llevan el pelo muy corto o rapado, así como para repoblar áreas pequeñas del cuero cabelludo, cejas o barba», afirma el dermatólogo Eduardo López Bran. Vea más