La industria farmacéutica no ha logrado aún la pastilla «milagro», esa que algún día nos permitirá comer sin miedo a engordar y mantener a raya las cifras de colesterol, hipertensión y glucosa. Los intentos por conseguir un medicamento antiobesidad sin graves efectos secundarios han fallado, pero una nueva vía basada en la tecnología empieza a dar sus frutos. La última esperanza para luchar contra el exceso de peso son los implantes electrónicos, «marcapasos» y microchips que actúan sobre el nervio vago y son capaces de reducir el apetito.
El nervio vago regula numerosas funciones en el organismo humano. Controla la forma en la que respiramos, nuestro ritmo cardíaco juega un papel claro en la aparición de crisis epilépticas, regula la secreción de ácidos y contracciones del sistema digestivo...y regula la sensación de hambre. Por eso, varios grupos de investigación se han lanzado a diseñar dispositivos que permiten modular las señales neuronales que controlan el apetito actuando sobre este nervio. Seguir leyendo más