Los efectos del sol en la piel ¿por qué debemos preocuparnos?


El sol, por excelencia fuente de energía en la tierra, centro del sistema solar, es indispensable para la vida. Por lo tanto debemos aprovechar sus virtudes y aprender a cuidarnos de sus efectos nocivos.
Además de la luz y el calor, nos proporciona esa sensación de bienestar y genera buen humor, funcionando como "anti-estrés". Es importante para el organismo, ya que estimula la síntesis de vitamina D, imprescincible para la normal formación de los huesos y los dientes. Para disfrutar del mismo tenemos que conocer ciertos riesgos y protegernos. Si decidimos exponernos al sol es imprescindible cuidarnos. 

La fotoprotección y la fotoeducación son fundamentales para mejorar nuestra calidad de vida, y también para prevenir enfermedades en el futuro. En ello está contemplado el uso de una vestimenta adecuada, la utilización de fotoprotectores y la educación para cuidarse del sol.
La energía que nos llega es solamente las 2/3 partes de la que emite el sol. Está filtrada principalmente por la capa de ozono, de ahí la importancia que tiene todo el esfuerzo que se hace para recomponerla. Ésta, deja pasar algunas radiaciones y no permite el paso de otras como los rayos gamma y los UVC que son mortales. Los distintos problemas que pueden ocasionar la falta de protección pueden ir desde el fotoenvejecimiento hasta el cáncer de piel.
La energía proveniente del sol está formada por distintas radiaciones:

  • UV (ultravioleta): dañan la piel, producen eritema solar (enrojecimientos), manchas, alergias, y pueden dañar el ADN. Se dividen en UVA y UVB.
  • Visibles: no tienen efectos nocivos. Se componen de los colores que vemos en el arco iris.
  • IR (infrarrojos): dan calor y pueden potenciar los efectos nocivos de los UV.
 Las radiaciones

Las radiaciones UV tienen alta actividad biológica, ya que producen cambios importantes en nuestra piel.
  • UVB: actúan en la primer capa de la piel (epidermis), poseen alta energía, pero son bloqueados por el vidrio. Es bien sabido que a través del vidrio no logramos broncearnos. Son los que producen el golpe de sol, cuya consecuencia inmediata es el eritema solar o enrojecimiento. También son los responsables del bronceado, tan idealizado según la imagen estética de nuestro tiempo. Éste se manifiesta debido a una actividad aumentada de los melanocitos (células que producen melanina) en respuesta a la estimulación causada por estos rayos. Son los principales causantes del cáncer de piel por una alteración directa del ADN celular. Generan también, a largo plazo, fotoenvejecimiento.
  • UVA: actúan más profundo, penetran hasta la dermis (segunda capa de piel). Atraviesan los vidrios y no generan síntomas . Se dividen en cortos (dermis superficial) y largos (dermis profunda). Los UVA cortos generan alergias, radicales libres (que indirectamente causan alteración del ADN y riesgo de cáncer cutáneo) y fotoenvejecimiento. Los UVA largos generan pérdida de firmeza y fotoenvejecimiento.
    En la estructura de nuestra piel se pueden destacar las fibras de colágeno, elastina y los fibroblastos (generadores de células formadoras de tejido fibroso). Las radiaciones solares degradan a estas fibras, constituyendo lo que denominamos fotoenvejecimiento, que se manifiesta como manchas solares, pérdida de firmeza (elastosis), deshidratación, acumulación de células muertas, arrugas superficiales y profundas. También causan alergias, intolerancias solares (ej.: lucitis estival benigna, que se manifiesta con extrema picazón y enrojecimiento ante una exposición al sol).
  • IR: actúan en la tercera capa de piel (hipodermis) generando calor y potenciando las demás radiaciones.


Los fotoprotectores

Los fotoprotectores son un componente indispensable para la exposición solar. Protegen a la piel de los efectos perjudiciales de las diversas radiaciones solares.
Las sustancias que filtran o bloquean estas radiaciones pueden ser:
  • Físicas: reflejan o dispersan las radiaciones UV, Infrarrojas, y luz visible; prácticamente no existen procesos de absorción. Ej.: dióxido de titanio.
  • Químicas: son sustancias que absorben los rayos UV transformándolos en inocuos. Ej.: mexoryl sx, parsol, octocrileno, etc.

Es fundamental elegir el protector adecuado, y tener ciertas precauciones en el uso del mismo para una mayor eficacia protectora. Es importante, también tener en cuenta los buenos hábitos de exposición:
  • Se recomienda no exponerse en horarios pico, donde el sol está más fuerte y por lo tanto hay mayores riesgos. Una buena forma de saberlo, es observar nuestra sombra, si ésta es más corta que nuestra altura, ¡CUIDADO! Resguardémonos de las radiaciones solares.
  • La ropa constituye una pantalla eficaz. La ropa mojada detiene menos los rayos UV que la ropa seca. Los colores claros nos protegen de los rayos infrarrojos y los colores oscuros brindan mejor protección contra los UV y la luz visible.
  • El uso de sombreros es recomendable en todos los casos pero con suma importancia en las personas calvas que se encuentran sumamente expuestas.
  • Es preferible aplicar el protector 15 minutos antes de la exposición directa, para lograr mejor penetración del mismo.
  • Utilice fotoprotectores de amplio espectro de absorción (UVB, UVA, IR) y alto índice de protección (nunca menor de 15). En el caso de exposiciones prolongadas y para pieles sensibles, el FPS (factor de protección solar) debe ser mayor de 30. Contrariamente a lo que muchas veces se piensa, igualmente se logra un buen bronceado.
  • Use protectores de marcas reconocidas y testeados dermatológicamente.
  • Se debe aplicar uniformemente el protector sin olvidar zonas tales como las orejas, el cuello, las manos, los pies.
  • Se deben volver a aplicar cada 2 horas aproximadamente, independiente del FPS usado.
  • Se pueden elegir cremas, emulsiones, geles, leches, sprays; dependiendo del tipo de piel que se trate. Ante cualquier duda, el dermatólogo recomendará lo adecuado. No olvide no exponer los envases al sol o a temperaturas altas en general.

Un tema importante es saber si los fotoprotectores son resistentes al agua. Se denomina substantividad a la capacidad del producto de seguir con su acción fotoprotectora aún después de la inmersión, o remoción por transpiración. Generalmente se realizan diversos test que clasifican a los fotoprotectores en "no resistentes al agua", "resistentes al agua", "a prueba de agua", etc. Los resistentes al agua son aquellos que luego de 2 baños consecutivos de 20 minutos cada uno, siguen generando la misma protección; los a prueba de agua resisten 4 baños consecutivos de 20 minutos cada uno.

Es importante saber que el fotoprotector es "resistente al agua", no a la toalla, que por acción mecánica altera la protección buscada, sobre todo en los niños pequeños, a los cuales las mamás secan luego del paso por el agua. Por ello, hay que tener la precaución de reponer el fotoprotector.
La piel bronceada no es un factor que indique que debamos dejar de protegernos, al contrario. El bronceado suele engañar. El hecho de que no sea visible el eritema no es señal que no se este produciendo un daño. No reduzca su factor de protección porque la piel se pigmento.
Debemos proteger al cuerpo por igual y no colocando distintos factores de protección según la zona. Hay una tendencia de las mujeres a colocar factores de protección menores en la zona de las piernas. Las piernas es la zona más frecuente de aparición de cáncer de piel.