La primera vez que una mujer se entrega sexualmente a un hombre es una experiencia importante en su vida, que puede condicionar su manera de vivir la sexualidad posteriormente, así que estará bien que el hombre tenga en cuenta algunos factores físicos y psíquicos de ella.
El hombre debe conocer la existencia del himen en la entrada vaginal. Es una membrana a veces frágil a veces más recia, a menudo porosa o claramente agujereada por la que puede salir al exterior el sangrado de la menstruación, pero que casi siempre se romperá en la primera penetración.
De todos modos hay variaciones individuales, así que un himen intacto no siempre es indicio de virginidad y un himen ya roto o ausente no siempre responde a que la mujer ha tenido ya relaciones sexuales.
Es frecuente que el “desvirgamiento” produzca un sangrado, desde ligero a abundante, y que deje algo de molestia durante unas horas (escozor, calor, sensación de inflamación) para desaparecer después.
Es importante que la mujer esté dispuesta para su primera penetración y que el hombre se acerque a ella con delicadeza.
Hace falta que ella esté relajada y sin temores, porque si sus músculos están tensos, involuntariamente puede "cerrar" la entrada vaginal y sentir la penetración como dolorosa.
Cuando la mujer se excita segrega jugos en su vagina, que favorecerán la penetración. Nunca se debe intentar el coito si ella no está bien húmeda y lubricada.
Hay que tener en cuenta que la mujer espera un acercamiento emocional, no solo físico. Palabras suaves y cariñosas, besos, abrazos y caricias por todo el cuerpo llevarán sus pezones y su clítoris a la erección.
El clítoris es el órgano sexual de la mujer, todas sus sensaciones tienen ahí su inicio y su culminación, así que estará bien acariciarlo para darle placer y llevarla a desear ser penetrada.
La posición más recomendable será la del hombre tendido boca arriba y ella encima en cuclillas o de rodillas en la cama. Así es ella la que coloca el pene en su entrada vaginal y cuando nota el pene en contacto con el himen, desciende sobre él haciendo una presión gradual y una introducción lenta guiada por sus sensaciones.
Si ella prefiere que sea él quien la penetre, se pondrán en la postura del misionero, ella tumbada boca arriba y el hombre encima. En ese caso el será quien hará un avance lento y gradual hasta que el himen ceda a la presión.
En todo caso es importante la colaboración y comunicación entre los dos.